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domingo, 23 de diciembre de 2018

Como Leandro

Asalto la barrera azul de tus ojos,
como un Mr. Humbert desinhibido,
mientras mis manos
                                 a toque de corneta,
intentan atrapar el silencio de tu piel;

y paralizado por el zumbido
de las moscas que salen de tu boca,
incendio los conjuros
que me alejan de ti,
los riego con palabras
cuyo único destino
                               es morir
como ceniza
humedecida con agua de sal.

No hay lumbre que ilumine
                                             en la torre,
no hay luna que mire
con nostálgica ternura,
y la orilla queda tan lejos,
                                          tan lejos,
                                                         tan lejos
y ya no tengo edad
para callar a los cocodrilos,
y las fuerzas se me escapan
en jirones
                de suspiros lánguidos,
hasta dar punto y final:
y morir ahogado
en un mar de aguardiente.




martes, 4 de diciembre de 2018

Prometeo

La primera cadena que lo ató al desfiladero fue la que más dolió; tiñendo de rojo la blanca nieve. El resto apenas le produjeron un ligero escozor; llovían sobre cuerpo mojado. Y todo por su amor ciego hacia el ser humano, todo por soñar con un mundo en el que contar historias al calor del hogar es un derecho universal. Ahora, esta sería su casa para la eternidad, a la intemperie, a merced de aquel águila desalmada que cada día, uno tras otro, tras otro, tras otro vendría a devorar toda esperanza, acometiendo a lo poco que restaba en su haber: su hígado. No hizo bien los cálculos, no añadió la soberbia del hombre en su fórmula, la misma que les lleva a negarse los unos a los otros; ni entendió que los dioses se caracterizan precisamente por su falta de humanidad.

domingo, 2 de diciembre de 2018

Así es

Como un pozo de agua clara
en medio del desierto;
como un cálido refugio
protegido de la tormenta;
como la negación más tierna
de los lindes del tiempo;
como el preludio
                            de un bello amanecer,
tras la noche más aciaga.

Así es ella.

Como una eterna primavera,
desatada Perséfone,
que florece y da vida
a las gélidas paredes
del infierno que esconde

mi caja torácica.


domingo, 25 de noviembre de 2018

Zahorí

No nos conocemos,
pero te he enamorado tantas veces
                                                       en mis sueños;
he visto tantas veces a tus ojos revolotear
alrededor de mi corazón,
que suspendido en el alambre,
va desgarrándose a cada paso;

te he visto tantas veces curarlo con un suspiro,
vendarlo con una de esas sonrisas pícaras,
que no es más que la efervescencia del
                                                               candor
de una niña atrevida;

he seguido tantas veces, como un animal,
el vaivén de tus cabellos
perfumando los caminos,
obnubilado por las formas y estelas,
que como una experta alfarera
imprimes en los vientos.

No. No nos conocemos,
pero he tenido perdidas tus manos
por los entresijos de mi piel,
buscando intrusas,
las cicatrices de guerras añejas,
curadas en sal y miel;

y tantas otras veces de tu boca
                                                 he robado
el oxígeno que ha de prender
las cenizas de mis venas;

y tantas más he leído con mis labios
tu cuerpo en braille,
descifrando
en un lugar oculto
                             entre tu corazón
y tu sexo
el mensaje perfecto
para abrir la cueva de las maravillas.

No nos conocemos,
pero sé que me esperas
                                     como yo te espero,
tejiendo para alejar a los pretendientes,
corriendo por los prados y ríos
para luego descansar

a la sombra de los laureles.



miércoles, 14 de noviembre de 2018

Papel en blanco

Me encuentro ensimismado, absorto, con las luces apagadas y el teléfono en la mano. Sentado en el sofá con un trozo de papel en blanco. Intentando encontrar una explicación plausible a por qué, aún después de dos horas, no te llamo. Dudo de todo, hasta de si es necesario acabar con una despedida algo que ni tan siquiera ha empezado. Entonces se ilumina el aparato, es una notificación de un comentario a un estado. Un aplauso. Y entonces un silencio refrenda mi situación y escribo en el papel: «Adiós a los sueños, que se alejan del teatro».

lunes, 12 de noviembre de 2018

Sangre y arena.

No nació para la victoria, pero está a punto de paladearla por vez primera. Antes sólo era un esclavo más, un parásito, un animal carroñero que sobrevivía alimentándose de la sangre de otros como él. Sin embargo, hoy derramó la última gota. Y con ella escribiría las páginas más gloriosas de su historia. Ya sólo queda esperar una muerte: esa es la libertad que se gana en la arena...

La nonna

<<Sono un nonna povere>> reza el cartel tras el que se parapeta una mujer de avanzada edad, con la piel curada al sol y harapos deshilachados. Y así pasa las horas, de rodillas, con las campanas de San Pietro dei Vaticano de fondo, rezándole a cada transeúnte por una moneda. Malos tiempos para la caridad. Y mucha competencia: una señora se pasea con desenfrenada algarabía, agitando un cuenco de metal; un vagabundo de pies descalzos y malos modos, grita con saña "Buon Giorno" a todo aquel que pasa a su lado; unos carteristas esperan agazapados el descuido de algún turista; la muchedumbre de guías invitan a evitar colas a un módico precio. Y pasamos todos de largo. Pasamos sin cruzarnos las miradas. Pasamos sin pensarnos en los otros. Pasamos. Pero ahí sigue ella: no grita, no roba, no ruega, sólo espera. Espera aunque llueva. Nada tiene mejor que hacer, y espera...a que caiga la moneda.

Aunque no sea conmigo (balada baladí)

Nada espero de ti,
nada discrepo:
ni la fuga a hurtadillas,
ni tu silencio.

Nada espero de ti,
nada aderezo:
ni fue más que una osadía,
ni una insolencia menos.

Nada espero de ti,
nada muestro:
ni un ápice de nostalgia,
ni un cómico aspaviento.

Nada espero de ti,
nada pretendo:
ni cambiar el devenir de tu vida,
ni pasearme entre tus sueños.

Nada espero de ti,
nada amedrento:
ni las lejanas sonrisas,
ni las cenizas esparcidas al viento.

Nada espero de ti,
nada quiero:
ni una triste despedida,
ni un acalorado beso.

Nada espero de ti,
nada anhelo:
salvo que seas risueña y feliz;
salvo que te expandas
                                    más allá
                                                  de los lindes del tiempo.



lunes, 9 de julio de 2018

Camino de espejos...

Encontré nueve espejismos en mi vida, mientras iba paseando por un camino que nunca recorreré al completo. Una vez casi convierto uno en oasis, pero lo perdí entre los dedos, lo pisé con mis botas de cobarde, con la habilidad innata de dejarme llevar por lluvias torrenciales de estados de ánimo ignominiosos. Nunca estuve preparado para afrontar el destino para el que nací. Y así paseo entre las ruinas de los bulevares de esos sueños que he roto con mis manos, los mismos que me empujaron a cambiar de dirección, los mismos que me asustaron a mitad de camino y me llevaron a abandonarme sin posibilidad de redención. El cielo es para los puros; el perdón, para quienes saben pedirlo a tiempo; yo sólo creo que mis males no podrán durar más que yo. 

martes, 22 de mayo de 2018

El club de los poetas muertos

Hablan de poetas anónimos,
entre copas,
en viejas barra de bar.
Suena a bohemia desventura,
a nostalgia para versar...
suena a Manhattan,
a París,
suena a música jazz.

Pero
sólo hay rostros en desgracia,
grietas profundas en el alma,
muecas desencajadas que ocultan
la porquería que están a punto de vomitar.
Y lo harán encima del jersey rosa aterciopelado
de la chica rubia que, enamorada,
coquetea con el cabello entre sus dedos;
lo harán sobre su cándida sonrisa.

No.
No es lugar para bohemios,
sino para muertos en vida.
Es pila bautismal para ahogar las penas,
y pedestal para sacrificar las viejas glorias,
es un abrevadero donde devorar la inocencia,
una letrina donde vomitar,
putrefacta,
la soledad.

lunes, 21 de mayo de 2018

La ley del Talión

Antes de cerrar la puerta le sobrevino la imagen de su pequeña riendo desatada ante una de sus picardías de niña feliz. Ir, dejarse ir; caer, saltar al vacío. Y emprendió su periplo, aciago y lento, cruzando calles, como quien pasa con nostalgia las amarillentas páginas de un viejo álbum de fotos. Y llegó a su destino, una destartalada plaza en un suburbio al otro lado de la ciudad. Allí jugaban un padre y su hijo, con un balón de reglamento, a ser amos del balompié. Entonces sacó de su bolsillo un revolver, también de reglamento, y disparó sin pestañear en la cabeza del niño. No podía sentirse en paz, no se sentía liberado ni aún consumando su venganza. Antes de volarse la tapa de los sesos, pensó que al menos ahora su contrición será compartida. A falta de justicia, ese era su único consuelo.

miércoles, 25 de abril de 2018

¿Dónde está el bálsamo de Fierabrás?

I

Cuando de madrugada llamaron insistentemente a su puerta, aún no comprendía por qué tenía las manos ensangrentadas y una horrible herida coagulada que parecía dividir su rostro en dos mitades asimétricas. Se lavó desesperadamente, e intentó luego encontrar en sus pupilas una fugaz señal que lo hiciera sentir seguro. Pero sólo halló en ellas un viejo cuervo blanco graznándole a una paloma torda.

II

Y entraron a la fuerza, para eso son la policía de lo correcto. Y lo apalearon como a un pelele en plena Revolución Francesa. Y cuando pensaba que se lo llevarían los fríos dedos de la muerte, lo esposaron para mandarlo, en una carta sin remite ni acuse de recibo, de vuelta a ese lugar de cuyo nombre nadie quería hablar.

III

Quiso pelear contra gigantes, lidiar contra las afrentas que lo seguían, olvidar los consejos y diagnósticos de los incrédulos. Quiso rezar a la Justicia, que es buena cobradora de monedas de oro, pero sólo le devolvió un saco de palos. Y así, manteado hasta el alma, emprendió viaje de vuelta consciente de que como los huesos también se rompen los sueños, que el tuétano es la única medalla para los héroes de nuestra cruda realidad.

martes, 13 de marzo de 2018

El leve murmullo del Nilo


Una señora observa, ensimismada, el infinito, allá donde los bosques se pierden sin árboles que los abriguen. A su derecha, una pareja de jóvenes charla frívolamente en un idioma que no entiende, aunque suena a efervescencia de alegría, acallando con sus risas pícaras y miradas risueñas el leve murmullo de las aguas del Nilo. Con la delicadeza de la brisa del río, acaricia la alianza de su mano derecha: la eternidad sigue su cauce, como el limo verde enriquece las arenas del desierto.

lunes, 19 de febrero de 2018

Memorial de ausencias

Recuerdo bien aquella época en la que el tiempo se medía en pedazos de deseos y de sueños. Cuando, para lo bueno y para lo malo, me enseñaste que la felicidad, como el buen vino, hay que escupirla, después de paladearla, para recordar su esencia sin restos de pretéritas memorias. Y ahora que las manecillas del reloj corren más rápido que mi ánimo, todo me sabe a barrica de roble añejo de miradas perdidas, a frutos del bosque madurados en risas lejanas, a vainilla de ausencias. Sorprendente, ¿no?

martes, 30 de enero de 2018

Introspección

Para viajar al infierno
no es necesario cabalgar
a lomos del leviatán,
basta con cerrar los ojos
y voltearlos hacia dentro.