Una señora observa, ensimismada, el infinito, allá donde los bosques se pierden sin árboles que los abriguen. A su derecha, una pareja de jóvenes charla frívolamente en un idioma que no entiende, aunque suena a efervescencia de alegría, acallando con sus risas pícaras y miradas risueñas el leve murmullo de las aguas del Nilo. Con la delicadeza de la brisa del río, acaricia la alianza de su mano derecha: la eternidad sigue su cauce, como el limo verde enriquece las arenas del desierto.
martes, 13 de marzo de 2018
El leve murmullo del Nilo
Una señora observa, ensimismada, el infinito, allá donde los bosques se pierden sin árboles que los abriguen. A su derecha, una pareja de jóvenes charla frívolamente en un idioma que no entiende, aunque suena a efervescencia de alegría, acallando con sus risas pícaras y miradas risueñas el leve murmullo de las aguas del Nilo. Con la delicadeza de la brisa del río, acaricia la alianza de su mano derecha: la eternidad sigue su cauce, como el limo verde enriquece las arenas del desierto.
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