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miércoles, 29 de enero de 2020

Los labios del pecado


Aunque ya sabíamos que ninguno de los dos debería estar ahí, pedimos desenfrenados a la luna que nos cubriera toda la noche con su manto de melancólico olvido. Y batallamos, con los cuerpos desnudos, abrazados a fuego y hierro, entre el pecado y la redención, hasta el primer albor del amanecer. Antes de marchar nos dijimos un ‘te quiero’ que se perdió entre suspiros y, sin embargo, nos despedimos como dos desconocidos.