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domingo, 25 de noviembre de 2018

Zahorí

No nos conocemos,
pero te he enamorado tantas veces
                                                       en mis sueños;
he visto tantas veces a tus ojos revolotear
alrededor de mi corazón,
que suspendido en el alambre,
va desgarrándose a cada paso;

te he visto tantas veces curarlo con un suspiro,
vendarlo con una de esas sonrisas pícaras,
que no es más que la efervescencia del
                                                               candor
de una niña atrevida;

he seguido tantas veces, como un animal,
el vaivén de tus cabellos
perfumando los caminos,
obnubilado por las formas y estelas,
que como una experta alfarera
imprimes en los vientos.

No. No nos conocemos,
pero he tenido perdidas tus manos
por los entresijos de mi piel,
buscando intrusas,
las cicatrices de guerras añejas,
curadas en sal y miel;

y tantas otras veces de tu boca
                                                 he robado
el oxígeno que ha de prender
las cenizas de mis venas;

y tantas más he leído con mis labios
tu cuerpo en braille,
descifrando
en un lugar oculto
                             entre tu corazón
y tu sexo
el mensaje perfecto
para abrir la cueva de las maravillas.

No nos conocemos,
pero sé que me esperas
                                     como yo te espero,
tejiendo para alejar a los pretendientes,
corriendo por los prados y ríos
para luego descansar

a la sombra de los laureles.



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