Mira a tu alrededor:
graznan los cuervos posados
en el árbol deshojado
por el efecto de un rayo;
ríen las hienas en la noche
de la sabana africana.
Y tú sólo ves la silla
que permanece vacía
e impasible frente a ti.
Mira a tu alrededor:
charlan los guacamayos
con frases repetitivas,
mientras los macacos,
descontrolados,
golpean los charcos del humedal
que dejaste atrás en tu camino.
Y tú sólo ves un horizonte
de niebla espesa.
Mira a tu alrededor:
las moscas chapotean felices
en los rohales que dejan
las pintas de cerveza
de la habitación verde;
las cucarachas animosas
salen de las grietas sin luz.
Y tú sólo ves y cargas
un fardo de consecuencias.
Miras a tu alrededor,
desde lo alto del faro,
protegido en la distancia de ti mismo,
mientras desnudas las miradas de bellas mujeres
que con una sonrisa protocolaria
apenas advierten de tu existencia.
Miras mientras bebes,
y esperas,
sólo esperas,
a que cambie tu suerte,
como cambia el clima de los días,
como pasan las horas,
como llega la muerte.
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