Recuerda
que hubo una vez en que fuiste
feliz,
cuando probaste el vino
de sus húmedos labios:
con las pulsaciones desbocadas
mientras vuestras lenguas
flameaban con un vals delicado,
pausado;
así, aferrados
hasta beberos el aliento.
Y ya se sabe
que con oxígeno el fuego se expande:
y ardió.
Hasta el último recoveco
de vuestro cuerpo,
hasta ser lava que se retuerce
incandescente
en la intemperie.
Pero mañana será otro tiempo,
y diréis que no fue amor,
sino el fin del verano.
Y otro día,
a otra vida:
la rutina.
Mas recuerda que
una vez
fuiste feliz:
cuando probaste el vino
de sus húmedos labios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario