Qué bonito sería, que todas las noches te contara uno de esos cuentos tan malos que te hacían reír, pero ya estamos en otro plano: el de dejar sobre la mesita de noche el manual de instrucciones de la magia. Y el caso es que de nada sirve, pues con el paso del tiempo hemos ido perdiendo esas piezas que parecían insignificantes y que hoy ya no nos permiten reconstruir nuestro hogar.
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