Busca el rayo de luz
y la sombra de la mosca que titubea en la ventana,
el ruido que incordia el rielar
del fulgor
que serpentea entre las sábanas.
Todo lo inunda el silencio,
todo lo inunda,
cuando su mirada se cruza
con la de una mujer que no tiene palabras.
Y ahí,
donde habita el olvido,
se miran como dos desconocidos
que no saben donde empieza la pregunta
ni donde acaba el ánimo
de iniciar la palabra.
Toda una vida resumida en un sigiloso pensar en la nada.
En la incandescencia de una llama que no sabe que se apaga.
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