Y se rio.
Sin duda fue una mala idea. En cualquier otro contexto esa sonrisa le
hubiera parecido una ambrosía estallando en su pecho; pero no esta vez. Sintió un
hachazo que desde las entrañas le partía el espinazo en dos. Y así, quebrado,
la acompañó a casa como tantas otras veces.
-
Ya estamos. ¿Amigos? – Y recibió dos besos
que sonaron como dos carcajadas.
Partió
nuestro Odiseo, sin una Penélope que añorar. Y se sirvió una copa de vino
nuestra Circe, sentada victoriosa en su sofá dispuesta a ver una serie,
mientras le escribía a su ex por WhatsApp: <<Te echo de menos>>.
Una lágrima perdida resbaló por su mejilla.
¡Hola, Daniel!
ResponderEliminarAndo algo apartada del blog, aunque no me gusta dejar a nadie sin devolverle la visita y más aún cuando es la primera vez que me deja su huella, como ha ocurrido contigo. Por consiguiente he venido a leer tu entrada.
¡Qué curioso! este personaje de Pagafantas no lo conozco, aunque Wikipedia me ha ayudado a descubrirlo.
Has manejado bien la intriga hasta lograr un buen giro al final, que le da ese contraste dramático a la historia.
Un cordial saludo y mucho ánimo para superar toda esta complicada situación que atravesamos.
Un placer verte por estos lares Estrella, y más sabiendo que son tiempos complicados. Agradezco mucho tu comentario y las observaciones que me trasladas. Nos leemos en las redes!
ResponderEliminarUn cordial saludo y mucha energía para estos tiempos de incertidumbre.
Bonito relato. Es la vida del pagafantas, mucho esfuerzo y poca recompensa.
ResponderEliminarSaludos.
Muchas gracias por tus palabras Elvis. Saludos
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